Así lo demostró el neurólogo Javier Abril Jaramillo, del Centro de Neurología Avanzada de España al comentar que “miramos el celular cada cinco minutos, lo desbloqueamos unas 50 veces cada jornada y estamos con él 250 minutos de media”. Mirar la técnica POMODORO.
Si proyectamos en el tiempo la tendencia actual de uso, al final de nuestra vida habremos pasado un promedio de once años mirando el celulares. ¿Una locura no?
Estos datos configuran una relación con la tecnología que ya, de partida, es de “dependencia”.
Los efectos de esta “relación tóxica en el cerebro son conocidos por todos”. Lo cierto es que ya no logramos mantener nuestra concentración como antes.
Cualquiera que haya leído un libro últimamente sabrá que hacerlo se ha vuelto más difícil. A nivel cognitivo, dedicarle atención exclusiva a una tarea se ha convertido en una odisea, dice el estudio.
Son varios los estudios que han intentado medir nuestra capacidad de concentración a lo largo de las últimas décadas. Por ejemplo, en el 2004, la investigadora Gloria Mark, de la Universidad de California, realizó un experimento para observar el tiempo que los participantes podían dedicarle a una tarea antes de cambiar a otra.
En aquel entonces, Mark concluyó que esta atención enfocada duraba dos minutos y medio. Pero al repetir el experimento en el 2012, la atención sostenida de los sujetos se había reducido a apenas 75 segundos.
Hoy, esta atención se puede sostener durante unos 47 segundos si hablamos de realizar actividades que involucren una pantalla.
Otros datos suma la periodista especializada en tecnología Irina Sternik cita datos del CONICET Mendoza: lo desbloqueamos mínimo 50 veces al día, lo usamos 9 horas y media, 5 de cada 10 adolescentes pueden pasar 12 horas con él, estamos 5 horas en redes sociales, nos olvidamos de las cosas y nuestra concentración no supera el minuto, nos distraemos cada 40 segundos y volver a concentrarnos demanda entre 26 y 29 minutos cuando alguien nos distrae. ¿Algo más? Sí, dice LadoB: somos responsables del 50% de esas distracciones. En ese caso, tardamos menos en recuperar la concentración: 22 minutos.